Un niño tomó un libro de la estantería, el que hablaba de unos animales enormes, súper narigudos, inteligentes, juguetones, cariñosos y con una memoria prodigiosa… ¡Los elefantes! Y, fascinado, siguió leyendo y leyendo…
El niño aprendió cosas sorprendentes como que los elefantes, aunque son muy fuertes, tienen una piel muy sensible, capaz de percibir una mosca posándose en su lomo o que el elefante de la sabana macho pesa lo mismo que cuatro coches grandes, uno encima del otro.