Cuentos cortos con moralejas para la hora de dormir

cuentos cortos para niños

Leer cuentos cortos es una actividad perfecta para invitar a los chicos a ir a la cama, que se relajen, dejen volar su imaginación y tengan dulces sueños.

cuentos cortos para niños

¿Cuál es la rutina de tus hijos para ir a la cama? Si te cuesta trabajo que se vayan a dormir prueba con la lectura de cuentos, especialmente los que son cortos, y seguro que amarán “La hora del cuento”.

 

Leer cuentos cortos cuando ya están en la camita los ayuda a crear una rutina para conciliar el sueño más rápido, descansar mejor y levantarse con energía. Además, estas historias les trasmiten valores y moralejas que les sirven en su formación y crecimiento.

 

Lo importante es elegir cuentos cortos y que les gusten, despierten su curiosidad y los inviten a vivir un momento mágico, creando en su imaginación maravillosas experiencias. Toma muy en cuenta su edad y nivel de comprensión para que logres atrapar toda su atención y sea un momento feliz y de relax.

 

A continuación, te ofrecemos una selección de cuentos cortos para los más pequeños de la casa. Aprovecha para fomentar en ellos el amor por la lectura y disfrutar un tiempo muy especial, fortaleciendo los lazos afectivos que los unen.

  • A qué sabe la luna  /  Autor: Michael Grejniec

Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna.

 

¿Sería dulce o salada?

 

Tan solo querían probar un pedacito.

 

Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo.

 

Se estiraban e intentaban cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos. Pero todo fue en vano, y ni el animal más grande pudo alcanzarla.

 

Un buen día, la pequeña tortuga decidió subir a la montaña más alta para poder tocar la luna.


Desde allí arriba, la luna estaba más cerca; pero la tortuga no podía tocarla.

 

Tortuga:

 

― Es muy difícil. Está muy lejos.

 

― Señora elefanta. ¿Me ayuda? ¡¡¡Elefantaaa a a. . . !!!

 

― Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna.

 

La elefanta pensó que se trataba de un juego y, cuando se acercaba a la luna, ella se alejaba un poco.

 

Como la elefanta no pudo tocar la luna, llamó a la jirafa.

 

Elefanta:

 

― Señora jirafa. Si te subes a mi espalda, a lo mejor la alcanzamos. ¡¡¡Jirafaaa a a. . . !!!

 

Pero al ver a la jirafa, la luna se distanció un poco más.

 

La jirafa estiró y estiró el cuello cuanto pudo, pero no sirvió de nada.

 

Y llamó a la cebra.

 

Jirafa:

 

― Señora cebra. Si te subes a mi espalda, es probable que nos acerquemos más a ella. ¡¡¡Cebraaa a a. . . !!!

 

La luna empezaba a divertirse con aquel juego, y se alejó otro poquito.

 

La cebra se esforzó mucho, mucho, pero tampoco pudo tocar la luna.

 

Y llamó al león.

 

Cebra:

 

― Señor león. Si te subes a mi espalda, quizá podamos alcanzarla. ¡Leóoo o on.!!!

 

Pero cuando la luna vio al león, volvió a subir algo más.

 

Tampoco esta vez lograron tocar la luna, y llamaron al zorro.

 

León:

 

― Señor zorro. Verás cómo lo conseguimos si te subes a mi espalda. ¡¡¡Zorrooo o o. . . !!!

 

Al avistar al zorro, la luna se alejó de nuevo.

 

Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar la luna, pero esta se desvanecía más y más.

 

Y el zorro llamó a la mona.

 

Zorro:

 

― Señora mona. Seguro que esta vez lo logramos. ¡Anda, súbete a mi espalda! ¡¡¡Monaaa a a. . . !!!

 

La luna vio a la mona y retrocedió.

 

La mona ya podía oler la luna, pero de tocarla, ¡ni hablar!

 

Y llamó al ratón.

 

Mona:

 

― Señor ratón. Súbete a mi espalda y tocaremos la luna. ¡¡¡Ratóoo o on!!!

 

Luna:

 

― Seguro que un animal tan pequeño no podrá cogerme.

 

Y como empezaba a aburrirse con aquel juego, la luna se quedó justo donde estaba.

 

Entonces, el ratón subió por encima

de la tortuga,

de la elefanta,

de la jirafa,

de la cebra,

de la leona,

del zorro,

de la mona

y…

…de un mordisco,

arrancó un trozo pequeño de luna.

 

Lo saboreó complacido y después fue dando un pedacito

 

al mono,

al zorro,

al león,

a la cebra,

a la jirafa,

al elefante

y a la tortuga.

 

Y la luna les supo exactamente a aquello que más le gustaba a cada uno.

Aquella noche, los animales durmieron muy muy juntos.

 

(Hacen como que todos duermen juntos)

 

El pez, que lo había visto todo y no entendía nada, dijo:

 

Pez:

 

― ¡Vaya, vaya! Tanto esfuerzo para llegar a esa luna que está en el cielo.

 

¿Acaso no verán que aquí, en el agua, hay otra más cerca?

 

¿Cuál es el mensaje? La unión hace la fuerza, si colaboramos y trabajamos juntos podemos conseguir metas que parecen imposibles.

  • El monstruo escondido en el armario / Autor: Pedro Pablo Sacristán

Había una vez un niño llamado Andrés que era muy alegre. Un día sus padres se tuvieron que mudar de la ciudad donde vivían y Andrés tuvo que dejar atrás a todos sus amigos. Y así fue como llegó a un colegio nuevo, donde no conocía a ningún otro niño.

 

La casa era más bonita que la anterior y la habitación mucho más amplia, con un enorme armario que ocupaba toda una pared. Al niño no le molestaba su nueva vida, excepto por un detalle: algo vivía en el interior de aquel armario.

 

Andrés se pasaba las noches en vela imaginando la forma del monstruo que se había alojado en su habitación. Nunca lo había visto, pero se imaginaba que era enorme y atemorizante. Hasta un día en que se llenó de valor e intentó tomarlo de sorpresa, y allí estaba, una enorme bola peluda que no parecía peligrosa.

 

A pesar de que Andrés ya no temía al monstruo que vivía en su armario, sí le mortificaba bastante que todas las noches lo despertara con gritos y chillidos para jugar. Luego de la mala noche se quedaba dormido en el colegio y la profesora lo regañaba, cosa que no le gustaba. Pasaron las semanas y el niño no le contó nada a sus padres, era el único amigo que tenía y no quería perderlo.

 

Una noche en la que su madre se levantó para ver si dormía tranquilamente, lo encontró sentado frente al armario con todos sus juguetes en el suelo. La madre sorprendida se quedó mirando fijamente el armario y Andrés temeroso esperó su reacción.

 

De repente la madre le dijo: -“¿No me vas a presentar a tu nuevo amigo?” Y a pesar de que no veía nada dentro del armario, comenzó a hablar con el interior.

 

El niño le preguntó con extrañeza a su madre:

 

 -¿No te molesta que viva en mi armario mamá?

 

A lo que ella dulcemente le contestó: 

 

-No mi vida, si vive ahí es por un buen motivo. Seguro quiere estar cerca de ti y hacerte compañía.

 

El niño miró a su madre con asombro, no imaginó que iba a ser tan comprensiva pero se sintió feliz como hacía tiempo no se sentía. Con el paso del tiempo Andrés hizo nuevos amigos en el colegio y un buen día el monstruo decidió marcharse. Andrés ya no lo necesitaba a su lado, prefería compartirlo con otros niños, pero siempre tendría un lugar especial en su corazón.

 

¿Cuál es el mensaje? confía en tus padres que ellos siempre estarán para entenderte y acompañarte.

  • La princesa y el guisante / Autor: Hans Christian Andersen

Hace muchísimo tiempo, había un príncipe que buscaba esposa. Tenía menudo problema el joven, pues deseaba casarse con una princesa auténtica. Recorrió el mundo entero y conoció a muchas princesas, pero todas ellas tenían algún aspecto sospechoso que le impedía saber si eran verdaderas.

 

Por tanto, se dio por vencido y retornó a su reino.

 

Cierta noche en que una tormenta terrible arreciaba, sintieron que alguien golpeaba en el castillo.

 

Cuando el sirviente regresó, lo acompañaba una joven empapada que aseguraba ser una princesa.

 

La reina no creyó en su palabra y dispuso una prueba. Ordenó al ama de llaves que preparara el lecho para la princesa y le dio instrucciones de cómo hacerlo.

 

El ama de llaves obedeció a la reina y colocó un guisante sobre la cama y sobre éste, colocó veinte colchones y sobre ellos veinte edredones. Así estuvo listo el lecho para la princesa.

 

La princesa pasó la noche en la recámara que le asignaron y a la mañana siguiente, cuando se levantó y bajó a desayunar, los reyes le preguntaron cómo había pasado la noche, a lo que respondió:

 

-No pude pegar un ojo. Había algo duro en la cama y tengo el cuerpo lleno de magulladuras.

 

Al oír esto, los reyes supieron que estaban delante de una verdadera princesa, pues solamente una podría sentir el guisante debajo de tantos colchones.

 

Esta noticia puso feliz al príncipe, quien le propuso matrimonio de inmediato. La princesa aceptó y se casaron.

 

El guisante fue llevado al museo, donde todavía se exhibe, a menos que alguien lo haya comido.

 

¿Cuál es el mensaje? Las cosas no siempre son lo que parecen.

  • Los duendes y el zapatero / Autores: Hermanos Grimm

Había una vez un humilde zapatero que era tan pobre que no tenía dinero ni para comprar el cuero que necesitaba para hacer zapatos.

 

-No sé qué va a ser de nosotros – le decía el zapatero a su mujer-. Si no encuentro un buen comprador o cambia nuestra suerte no podré seguir trabajando. Y si no puedo trabajar, no tendremos dinero para comer.

 

El zapatero preparó el último trozo de cuero que le quedaba con la intención de terminar su trabajo al día siguiente.

 

Cuando amaneció el zapatero se dispuso a comenzar su trabajo cuando, de repente, descubrió sobre la mesa de trabajo dos preciosos zapatos terminados. Los zapatos estaban cosidos con tanto esmero que el pobre zapatero no podía creer lo que veía.

 

Los zapatos eran tan bonitos eran el primer cliente que entró se los llevó y pagó más de su precio por comprarlos. El zapatero fue enseguida a contárselo a su mujer. Después, con el dinero recibido, compró cuero para hacer dos pares de zapatos más.

 

Como el día anterior, el zapatero cortó el cuero y lo dejó todo listo para terminar el trabajo al día siguiente. Y de nuevo se repitió el milagro. Por la mañana había cuatro zapatos, cosidos y perfectamente terminados, sobre su banco de trabajo. Esa misma mañana entraron varios clientes a la zapatería y compraron los zapatos. Y, como estaban tan bien hechos, pagaron al zapatero más de lo que habitualmente pagaban.

 

La historia se repitió otra noche y otra más, y otra… Pasó el tiempo, la calidad de los zapatos del zapatero se hizo famosa, y nunca le faltaban clientes en su tienda, ni tampoco dinero, ni comida. Todo le iba de maravilla.

 

Ya se acercaba la Navidad, cuando el zapatero le dijo a su mujer:

 

-¿Qué te parece si nos escondemos esta noche para averiguar quién nos está ayudando a hacer los zapatos?

 

A la mujer le pareció buena la idea. Cuando llegó la noche, los dos esperaron escondidos detrás de un mueble para descubrir quién les ayudaba.

 

Daban las doce cuando dos pequeños duendes desnudos aparecieron de la nada. Los duendes se subieron a la mesa de un gran salto y se pusieron a coser. En un santiamén terminaron todo el trabajo que el hombre había dejado preparado. De un salto desaparecieron y dejaron al zapatero y a su mujer estupefactos.

 

-¿Te has fijado en que estos pequeños hombrecillos que vinieron estaban desnudos? -dijo el zapatero a su mujer.

 

-Podríamos hacerles pequeñas ropitas para que no tengan frío dijo al zapatero su mujer -dijo ella.

 

El zapatero estaba de acuerdo con su esposa. Y ambos se pusieron a trabajar. Cuando acabaron dejaron colocadas las prendas sobre la mesa en lugar de los patrones de cuero, y por la noche se escondieron tras el mueble para ver cómo reaccionarían los duendes.

 

Dieron las doce y aparecieron los duendecillos. Al saltar sobre la mesa parecieron asombrados al ver los trajes y, cuando comprobaron que eran de su talla, se vistieron y cantaron:

 

-¿No somos ya dos chicos bonitos y elegantes? ¿Por qué seguir de zapateros como antes?

 

Y tal como habían venido, se fueron. Saltando y dando brincos, desaparecieron.

 

El zapatero y su mujer se sintieron muy contentos al ver a los duendes felices. Y a pesar de que habían anunciado no volvieron nunca más, no los olvidaron, pues estaban muy agradecidos por todo lo que habían hecho por ellos.

 

El zapatero volvió a trabajar y, como su trabajo era tan famoso, nunca más le faltaron clientes. Y fueron muy felices.

 

¿Cuál es el mensaje? siempre debemos ser agradecidos con los demás.

 

¿Qué te han parecido estos cuentos cortos? ¿Cuáles son tus cuentos cortos favoritos? ¡Cuéntanos tu experiencia!

En nuestra Cajitas de lectura encontrarás excelentes opciones.

 

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